Principios de noviembre. Con la conciencia de que, siendo éste quizá el curso más extraño e impensable que pudiera iniciarse, hemos sido capaces de ponernos en marcha en un escenario de ciencia-ficción, entre necesarias nuevas reglas, precauciones y prohibiciones.

 

Principios de noviembre. Con la conciencia de que, siendo éste quizá el curso más extraño e impensable que pudiera iniciarse, hemos sido capaces de ponernos en marcha en un escenario de ciencia-ficción, entre necesarias nuevas reglas, precauciones y prohibiciones.

No es fácil, pero a la vez lo estamos haciendo, poniendo en pie un “más difícil todavía” porque la educación de las nuevas generaciones nos importa. Profesores enmascarados frente a alumnos enmascarados, pero la palabra sigue viva y también las miradas, aunque no podamos leer como antes las sonrisas, las sorpresas o los enfados. Suponía todo un reto el simple hecho de seguir adelante en medio de la incertidumbre, del miedo o de la avalancha de pesimismo que nos salpica cada día desde las estadísticas y datos de los telediarios.

Cambios en el modo de relacionarse asociados al coronavirus

Ha cambiado casi todo en el modo de relacionarnos y, en el caso de las clases de Filosofía y de Valores éticos –las materias que yo imparto- resulta curioso constatar cómo no podemos ser ajenos a la realidad que nos rodea. Son muchos los puentes que tendemos entre los filósofos y la actualidad de nuestros días. Es imposible dejar de lado lo que nos ocurre en un planeta enfermo (Covid, emergencia climática…) al que se le añaden de cuando en cuando otras terribles barbaries: ¿cómo no tener presente en una clase de Valores éticos el reciente asesinato en París del profesor de Secundaria Samuel Paty, docente de Geografía e Historia, a manos de un fanático fundamentalista? Samuel Paty había impartido una clase sobre la Libertad de expresión, donde recordó el salvaje atentado en la revista Charlie Hebdo en 2015 y había mostrado las caricaturas que el semanario hizo de Mahoma.

La propia realidad nos cambia el aséptico guión de manual ¿Cómo hablar de tolerancia e intolerancia, de dogmatismo frente a escepticismo sin mencionar ejemplos que la propia realidad nos trae hasta la orilla, el racismo policial en EEUU, la soberbia e incivilización de su presidente, la constante fabricación de falsas noticias en un mundo de la apariencia y de las sombras que sigue necesitando ser denunciado desde tiempos de Platón?

Re-comenzar ha sido complicado y requiere todas nuestras energías, pero es a la vez una alegría poder seguir adelante con nuestro incansable empeño y entusiasmo de clases, proyectos y convivencia. Es una necesidad. Y merece la pena.

Ernesto Calabuig. Profesor Filosofía de bachillerato privado en Madrid – Colegio Reggio