HISTORIA

del proyecto

La historia de este proyecto es una historia de vida, una historia de convicción y de esfuerzo compartido, hecho posible por un equipo de gente que me acompaña, muy excepcional. Quizás la mayor fortaleza es saber rodearse de buenas personas, ir encontrando profesionales, de gran altura intelectual y con un compromiso firme con la infancia y la adolescencia. 

Mi nombre es Eva Martín Martínez, soy de Madrid, maestra de Educación Infantil, estudié música y soy psicomotricista. Mi madre dirigió un colegio, que fundó mi abuelo. Mi familia ha sido emprendedora desde varias generaciones atrás, por lo que emprender está en mi adn, así como el compromiso con el mundo, ya que estamos obligados a mejorar lo que nos encontramos, como decía mi padre.

Pero ¿qué me lleva a crear un cole? Desde pequeña el sistema educativo y yo no encajábamos. Varios cambios de colegio y siempre pensando que el sistema era aburridísimo.

En muchas ocasiones fantaseaba con ver cómo se podía trabajar mejor con los alumnos y cuando finalicé bachillerato (COU, entonces) quise estudiar magisterio, tras un breve paso por derecho. Estudié Magisterio Infantil, en La Salle, con grandes compañeros que nos unía un fuerte compromiso con la educación. Pidieron voluntarios para un proyecto de alfabetización para mujeres gitanas y así empecé en la educación. En la no formal, con mucha más libertad para crear, y donde al año me hicieron coordinadora del proyecto, descubriendo que la parte de gestión y organización me gustaba mucho.

Pero el gran acicate para crear un colegio fue conocer de cerca las experiencias pedagógicas de más de 400 coles por toda España a partir de un taller de resolución de conflictos en el aula, donde tuve la oportunidad de saber que ocurría en las aulas y en los centros educativos.

Conocer la soledad del maestro, la falta de responsabilidad de algunos equipos directivos, el cuestionamiento por parte de las familias al profesorado, la visión de las familias de algunos maestros y entre todo esto, los niños y niñas, chicos y chicas que están esperando que los adultos se pongan de acuerdo.
Y por último, la maternidad. Mis hijas me han enseñado también a mirar a la familia y a las madres con mucha comprensión y entendimiento. 

En 2009 iniciamos la andadura en una escuela infantil en Madrid Norte, Reggio Las Tablas. El reto: conocer y profundizar los primeros años de vida de un ser humano, cómo se construyen los vínculos y cómo los niños empiezan a tramitar la vida. Combinamos Reggio y Pikler que eran las dos líneas pedagógicas que más sabían de la primera infancia, y además sumamos la Psicomotricidad Aucouturier. Iniciamos la colaboración con la Universidad Autónoma, algo que ha resultado clave para este proyecto uniéndolo a innovación y investigación, y trabajamos día a día con niños y familias, mano a mano siempre reflexionando, formándonos y proponiendo. 

Después de mucho trabajo y mucha dedicación, a los 6 años decidimos iniciar un nuevo proyecto que nos permitiera crecer con los niños y con sus familias, queríamos el Colegio Reggio hasta los 17 años. Tardamos dos años en escribirlo, entre todos imaginamos el tipo de colegio que queríamos ser, lo llevamos al papel: casi 200 páginas de principios y criterios pedagógicos en todas las etapas, con la reflexión marco de cómo abordar el conocimiento sin perder las ganas de aprender. 

Alquilamos un edificio y juntamos a profesionales que venían de otros centros o iniciaban su camino por primera vez. Los alumnos fueron llegando y poco a poco con mucho esfuerzo, con aciertos y muchos errores fuimos iniciando nuestro colegio. El edificio escondía una sorpresa muy desagradable: no cumplía algunos de los requisitos de la normativa y la administración nos informó que debíamos dejarlo. Después de muchas conversaciones y con la ayuda de muchas personas, conseguimos tiempo. Tiempo para construir un nuevo proyecto arquitectónico, para localizar un terreno, para desarrollar un proyecto arquitectónico, para conseguir las licencias necesarias y para construirlo. Han sido necesarios 4 años. 

El 7 de septiembre de 2022, abre nuestro colegio en San Enrique de Ossó, 48. en el Encinar de los Reyes, Madrid, en un edificio espectacular, nuestro colegio por fin. 

Ahora empieza una nueva etapa, la historia continua.

Nuestro punto de partida es cómo entendemos al niño y al adolescente, desde dónde les miramos: desde la confianza en la infancia, en cada ser humano, en su capacidad, en su competencia y la fortaleza para hacer una vida y una vida digna. 

En segundo lugar, cómo entendemos a los adultos que acompañan a los chicos y chicas. Un adulto, que da lo que tiene, que es auténtico, que aprende con sus alumnos y les mira con apertura, no les encasilla, busca la mejor versión de cada uno y se esfuerza en acercarles el conocimiento. 

Uno se dedica a la educación porque en algún momento de la vida le atraviesa. Yo no he sido una alumna al uso, fui una alumna que perdió las ganas de aprender y de estudiar y solo cuando finalicé mis estudios reglados, empecé a estudiar y a profundizar, a preguntar ¿qué pasa con los niños que no aprenden igual que el resto? ¿Dónde están el resto de habilidades que también son necesarias en el mundo de hoy? Si solo memorizamos, ¿cuándo aprendemos? Si solo repetimos, ¿cuándo construimos? Si solo miramos, ¿cuándo hacemos? 

Tenemos tantas preguntas por responder que lo mejor es remangarse y ponerse a la tarea, siempre recordando para y por quién trabajamos: para la infancia y la adolescencia,  y por el compromiso que tenemos, tratando de mejorar el mundo que nos hemos encontrado, como decía mi padre. 

0/18 AÑOS
C. de San Enrique de Ossó, 48, 28055 Madrid
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