No es fácil, pero a la vez lo estamos haciendo, poniendo en pie un “más difícil todavía” porque la educación de las nuevas generaciones nos importa. Profesores enmascarados frente a alumnos enmascarados, pero la palabra sigue viva y también las miradas, aunque no podamos leer como antes las sonrisas, las sorpresas o los enfados. Suponía todo un reto el simple hecho de seguir adelante en medio de la incertidumbre, del miedo o de la avalancha de pesimismo que nos salpica cada día desde las estadísticas y datos de los telediarios.
Cambios en el modo de relacionarse asociados al coronavirus
La propia realidad nos cambia el aséptico guión de manual ¿Cómo hablar de tolerancia e intolerancia, de dogmatismo frente a escepticismo sin mencionar ejemplos que la propia realidad nos trae hasta la orilla, el racismo policial en EEUU, la soberbia e incivilización de su presidente, la constante fabricación de falsas noticias en un mundo de la apariencia y de las sombras que sigue necesitando ser denunciado desde tiempos de Platón?
Re-comenzar ha sido complicado y requiere todas nuestras energías, pero es a la vez una alegría poder seguir adelante con nuestro incansable empeño y entusiasmo de clases, proyectos y convivencia. Es una necesidad. Y merece la pena.
Ernesto Calabuig. Profesor Filosofía de bachillerato privado en Madrid – Colegio Reggio